La felicidad empieza a dejar de ser el producto estrella en la cocina de muchos hogares. El alto precio que está alcanzando la alegría de vivir la convierte en un producto casi prohibitivo y en muchos supermercados supera ya los diez euros el litro, lo que supone una brusca subida de precio, más de un 60% en el último año. Este es el principal motivo por el que muchos consumidores, cuando van a hacer la compra, terminan decantándose por la resiliencia, una vez que llegan a la estantería de los estados de ánimo, producto cuya venta se ha incrementado en un 33%. Para la mayoría de compradores, la felicidad se ha convertido en un bien de lujo que no se pueden permitir, convirtiendo a la resiliencia en la única alternativa que pueden asumir sus carteras.

Precios para echarle valor

Las ventas de felicidad han caído casi un 18%, pasando de las 134.000 toneladas a 110.477 toneladas. Y si nos centramos en la dicha plena, una de las más demandadas siempre por el consumidor, su compra ha descendido más del 20%, hasta los casi 50 millones de litros. Esto repercute, directamente, en el aumento del consumo de resiliencia, de la que ya se han vendido unas 160.000 toneladas, seguida muy de cerca por la resignación, habitualmente adquirida en garrafas de cinco litros, cuyo precio continúa más estable a pesar de los problemas de desabastecimiento.

Los responsables de los supermercados y grandes superficies aseguran que se ha notado cómo cada vez tienen que reponer menos dicha plena en las estanterías. “Incluso no podemos quitarle el ojo de encima, porque a veces suelen desaparecer las botellas. Los de Prosegur de la entrada tienen instrucciones de revisar el bolso a todas las clientas que salgan sonriendo“, señala la cajera de un Carrefour Express de Sestao.

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