Un facilitador de mindfulness de Segovia se ha disculpado ante sus amigos por llegar tarde alegando que tiene la cabeza en mil cosas. El instructor de clases de meditación vipassana se personó en el bar en que había quedado con un grupo de conocidos 45 minutos tarde, y se excusó argumentando que “entre unas cosas y otras” se le había ido el santo al cielo. El profesor de mindfulness añadió que entre las clases que imparte de control del estrés por la mañana y las de Atención Plena en la Terapia Cognitiva de las tardes, no está a lo que hay que estar. El profesor de mindfulness repitió los mismos pretextos una hora después, cuando sus amigos le dijeron que era la segunda vez que se olvidaba de poner bote para las rondas de consumiciones.

Muchos frentes abiertos

El hombre, que prefiere mantenerse en el anonimato porque si algo nos ha enseñado el hinduismo sannyasa es que renunciar a los nombres nos libra del ego y de los apegos mundanos, explica que impartir clases de mindfulness “no es como trabajar en Correos o despachar en una charcutería, que se puede hacer en piloto automático”, en referencia a las profesiones de sus amigos, “así que es normal que a veces se me pire la flapa, porque prestar atención desapasionada a los pensamientos, las emociones, las sensaciones corporales y al ambiente circundante te desborda y te pone la cabeza como un bombo”. Añade que sus amigos son muy injustos al reprocharle su impuntualidad porque “al no tener nada mejor que hacer, con esas vidas de mierda que llevan, es muy fácil hablar”.

Alumnos de los talleres del facilitador de mindfulness han alabado, no obstante, la tarea del instructor y aseguran que ni un sólo mes se ha despistado a la hora de cobrarles las clases.

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