El círculo interno de Donald Trump comienza a preocuparse por la reciente decisión del presidente de pasearse por la Casa Blanca con un buzo negro de cuero “como de motero” con capa “a lo Ramón García” y una especie de placa de portero automático en el pecho. Trump, además, ya no se dirige a nadie con su propia voz sino que la graba a escondidas con el móvil y luego reproduce el mensaje con efecto eco. La Secretaria de Prensa, Karoline Leavitt, ha comunicado que lo del nuevo vestuario del jefe del ejecutivo estadounidense no es nuevo y que el disfraz ya lo había adquirido hace tiempo en AliExpres, antes de los aranceles, pero que sólo se lo ponía en la intimidad alegando que eran “cosas de Melania”, como lo del gran danés vestido con tutú. Sin embargo Trump se deja ahora ver así en público y la Guardia Nacional ya le ha dicho que quite el filtro de vocoder cuando les hable porque no se le entiende y así no saben en qué parte de Los Ángeles pueden disparar al bulto.

Ahí lo deja

Mientras que J.D. Vance asegura que no le ve el problema a que Trump acuda al Despacho Oval como si fuera un cruce entre el señor de bigotes de los Village People y el conde Drácula, la Fiscal General teme que al final tengan un contencioso legal con Disney. “Miren, que se ponga lo del tricornio ese de samurai con careta que tiene para insultar al presidente de California tiene un pase. Pero ya que llame “escoria rebelde” a los manifestantes de LA cuando da instrucciones a los marines de Twentynine Palms o que diga en alto que la falta de fe de Gavin Newson le resulta inquietante huele a litigio de copyright. Ya estoy viendo que al final acabaremos teniendo que mandar al servicio secreto a Burbank y hacerle a Bob Iger lo de Epstein. Qué rollo, por favor…”, comentaba Pam Bondi poniendo los ojos en blanco.

Trump ha admitido que para orinar es incómodo.

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