Txarriboda News 1397 (04-06-2025)
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La Red Nacional de Bibliotecas Públicas ha comunicado que las salas de lectura se están llenando de personas adictas al ASMR que deambulan extasiándose con los murmullos y bisbiseos. Miembros del personal de bibliotecas entienden que el ambiente es propicio pero consideran que el decoro, el respeto y la decencia marcan unas líneas rojas que no deberían cruzarse. Denuncian que adictos al ASMR erótico cometen a propósito pequeñas infracciones para que les amonesten y, de manera indisimulada, comienzan a frotarse contra el pico de la mesa mientras les están llamando la atención en voz baja o se meten la mano por dentro del pantalón “con lo que molesta el ruido de las hebillas a quienes estudian para las oposiciones”. Carnet de gallina Lo que había comenzado de manera esporádica se ha convertido en una práctica habitual que perturba el orden y la armonía de las bibliotecas. Caras desencajadas con los ojos en blanco, piernas que convulsionan con movimientos espasmódicos, palmetazos con la mano abierta contra el lateral de las estanterías o sonidos guturales son sólo algunas de las cuestiones a las que bibliotecarios y técnicos de archivo se enfrentan cada día. “Dejan caer un libro, o hacen amago de encenderse un cigarrillo, y cuando te acercas a reprenderles con susurros para no molestar al resto de la gente, empiezan a tocarse. Y si le dices a uno de estos señores que deje de hacerlo porque está siendo un chico muy, muy malo y como siga así va a haber que castigarle… es peor. Aceleran el ritmo, se les pone la mirada vidriosa, se muerden los labios, aceleran la respiración y al final hacen unos ruidos muy raros con la boca. Es muy violento”, se queja Agustín Gladilo, auxiliar de biblioteca, que hecha de menos cuando estas personas se conformaban con llevarse a casa CDs con sonidos de ballenas. © elkarma.eus |
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