El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ha reprochado la falta de precisión de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) en la previsión de las tormentas de misiles iraníes que desde el pasado viernes han causado graves daños en varios municipios como Tel Aviv, Jerusalén, Haifa y Tamra. Estas dos últimas localidades están situadas en el norte del país, donde no se esperaban fuertes precipitaciones de cosas que caen del cielo y matan gente. Las quejas del ejecutivo israelí se deben a que el aviso emitido fue de nivel naranja, cuando “la realidad ha sido muchísimo más que una emergencia roja” y al final al paraguas antimisiles se le han salido todas las varillas y están en un tris de lanzarlo a una papelera en Gaza.

Marejada a fuerte marejada

Netanyahu ha reclamado la apertura de un debate sobre la eficacia de la AEMET tras constatar que la información trasladada a los ayuntamientos fue insuficiente. “Lo que les llegó fue una alerta naranja, ni siquiera una roja. Así no se puede extender un conflicto bélico a todo Oriente Medio, hostia ya”, lamentaba Netanyahu. Las fuertes tormentas de misiles hipersónicos AL-Fatah del fin de semana, y que aún continúan, han sorprendido a los colonos judíos en los territorios ocupados, que confiaban en que iba a hacer buen tiempo y al final se están teniendo que ir en yate a Chipre, con pasajes que rondan entre los 2.500 shekels, pasillo, y los 6.000, ventanilla. “Vale que estamos en temporada alta, pero lo de los éxodos clandestinos se está poniendo prohibitivo”, afirma Isaac Nejuvenil.

La población civil israelí se pregunta ahora cómo pueden hacer los gazatíes vida normal cuando caen chuzos de punta, entendiéndose chuzos como bombas guiadas de precisión JDAM y punta como ojiva explosiva, y quieren ir a la playa.

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