Los animales de compañía en transporte público podrán ser sacrificados si lo decide una mayoría cualificada de viajeros humanos. Una vez dictada sentencia se permitirá a la persona que montó con la mascota acabar con su irritante acompañante. Si se niega, el honor corresponderá al viajero más enloquecido por ruidos y olores. Si hubiera más de un interesado en traer paz al mundo, la ejecución se sorteará en rondas eliminatorias a piedra, papel o tijera. Los menores de edad han quedado fuera del borrador legal que prepara el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible. Tampoco podrán participar en el exterminio de mascotas pero sí mirar, “tomar nota” y comportarse como es debido.

Qué mono

Josema Tarifes, presidente de la Fundación Herodes para la defensa de los adultos, cree que la norma se queda corta. Aboga por un “uso inteligente del infanticidio” que haga amigable el transporte público. “El que en hora punta en el metro no haya deseado las muertes de un berreante neonato y sus padres no tiene sangre en las venas”, recuerda. Desde el ministerio se recuerda que la normativa para mascotas en transporte público está regulada por la Ley 7/2023, de 28 de marzo. “Lo de que se garanticen condiciones dignas y seguras para ellos y los demás pasajeros era un coladero legal al que intentamos poner coto, valga la expresión”, subraya Olga Llineta, subsecretaria de Estado para la convivencia inter especies.

Sectores animalistas han acogido con sorpresa la filtración del borrador y han prometido recoger con él todos los excrementos caninos que puedan. “Bueno, antes de eso nos lo leeremos porque si lo haces después chungo pastel”, comenta el dueño de un can corso que atiende por Fifi.

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