Los niños bajo los efectos del alcohol emiten hasta un 25% más de verdades por minuto que los adultos borrachos o los niños sobrios por separado. Es la principal conclusión que escupe el primer estudio sobre Sociabilidad y Ebriedad en la Familia patrocinado por el Comité Intercentros de Productores de Orujo Termoactivo (CIPOTE). La visualización de miles de horas de grabaciones de más tres mil quinientos eventos incluyendo bodas, bautizos, comuniones, cumpleaños, cenas navideñas, visitas a familiares en hospitales y funerales ha sido “dolorosa pero necesaria”, según el psicólogo Jacobo Yeur.

Con acondroplásicos no pasa tanto

Todavía con los ojos inyectados en sangre Yeur admite haber contemplado “en más ocasiones de las que un ser humano debería”, como el comentario de un infante sobre el aspecto físico de la cuñada de alguien, la pobreza del menú ofrecido o la escasa limpieza del wc convierte una hipócritamente pacífica reunión en una batalla campal. Lo tiene claro: hay que alejar a los niños del alcohol, sobre todo por el bien de los demás. La antropóloga Matilde Macrada advierte que los vídeos de TikTok en los que salen durante segundos niños sinceramente hirientes o que muestran actitudes violentas, inofensivas solo gracias a su escaso poderío físico, son “la punta de un iceberg de maltrato psicológico hasta ahora silenciado”.

El sociólogo Ramón Sergas cree que los padres han bajado la guardia en los últimos años. “Se pensaban que los niños estaban pegados a la pantallita y en realidad estaban reventando el mueble bar para poder soportarles”, explica mientras instala tres candados en el de su casa.

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