La presunta vinatera Asunción ha confesado que el producto que ha venido comercializando a lo largo de los años no era en realidad vino. La minorista de bebidas alcohólicas ha admitido que si no era blanco ni era tinto ni tenía color se debía a que se trataba de vodka al que añadía anticongelante para ahorrar costes. La popularidad de Asunción, inmortalizada en una tonadilla compuesta hacia mediados del siglo pasado como parte de una maniobra de marketing para diferenciar y posicionar su producto en un mercado saturado, le ha permitido eludir a la justicia a pesar de las numerosas denuncias por delitos contra la salud pública. La mujer, actualmente recluída en un enclave indeterminado de la Rioja alavesa, ha revelado en redes sociales que no podía aguantar más un bulo histórico que confundía una bebida fermentada con un licor destilado y ha añadido que “hace falta ser subnormales para no haberse dado cuenta hasta ahora”.

Pin, piribín, pin, pin

Una octogenaria Asunción ha aprovechado para divulgar que la canción popular apuntaba indicios de su actividad “pero la gente va a su puta bola, no escucha la letra, así que luego no nos extrañe que triunfe el reguetón”. A propósito de utilizar anticongelante para sustituir el etanol por metanol, mucho más barato, la mujer explica que ya se daban pistas en la estrofa ‘Pobrecicos los borrachos que están en el camposanto…’, aunque admite que eran más los casos de ceguera permanente que de daño cardiovascular o fallo renal con resultado de muerte.

Mariluz, antigua socia de Asunción, ha declarado que ella desconocía los efectos perniciosos de la bebida adulterada y que siempre se limitó a apagar las florecentes de la lonja del alambique porque Asunción padece fotofobia y no podía vivir con tanta luz.

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