Profesionales del ramo de la atención veterinaria han elaborado un informe que revela que la práctica totalidad de los gatos domésticos desean la llegada del fin de las vacaciones de sus propietarios. Del dossier se desprende que estas mascotas comienzan a desarrollar ansiedad ante el hecho de no ser los únicos mamíferos de la casa que se pasan el día tumbados el sofá e incluso algunos felinos observan con estupor como sus dueños humanos llegan a realizar contorsionismos, pobremente ejecutados, para intentar lamerse su propia ingle. Los gatos, animales fuertemente territoriales pero que saben contemporizar su autodeterminación con cierto grado de servilismo utilitarista, se encuentran confusos y angustiados ante el hecho de tener que compartir sus espacios de ocio y esparcimiento con ejemplares de otra especie y aseguran que agosto se les está haciendo largo.

Instrusismo comportamental

El equipo de veterinarios que ha redactado la memoria a partir de testimonios anónimos, constata que la llegada de las vacaciones de verano fue recibida en un principio con optimismo por parte de los gatos, ya que se les brindaba la oportunidad de ser acariciados durante más rato, siempre que hubiera consentimiento. Sin embargo con el paso de los días los propietarios de estas mascotas mostraban una actitud perezosa, desganada y procrastinadora, mucho más centrada en mantener una postura horizontal e inmóvil. También encuentran desasosegante que muchas veces sus dueños lleguen a casa por la noche y se pongan a vomitar en medio del pasillo, sin que al final lleguen a expulsar ninguna bola de pelo.

Los gatos aguardan con expectación la llegada de septiembre para poder continuar lamiéndose su genitalidad sin interrupciones y sin tener que contemplar a imitadores cuyas prácticas llegan a herir su sensibilidad.

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