El sindicato de asesinos en serie ha alcanzado un acuerdo histórico con Netflix mediante el cual quedarán blindados sus derechos sobre la propiedad intelectual antes de que empiecen a matar gente. De esta forma, cualquier adaptación en forma de producción cinematográfica o de serie televisiva de la plataforma que narre la actividad delictiva de estos criminales deberá negociarse previamente al inicio de la oleada de asesinatos para proteger los royalties y regalías de su autor. Bajo el lema “Seremos sociópatas, pero no gilipollas”, la Serial Killers Guild of America (SKGA) ha logrado presionar al gigante del entretenimiento para salvaguardar sus derechos de autor y no comenzar a derramar sangre y vísceras en moteles, callejones oscuros, parques a los que van las parejas a meterse mano, casas solitarias, aparcamientos, descampados o sótanos lúgubres hasta que no se garantice la protección del copyright.

Ni Creative Commons ni hostias

Los asesinos en serie venían quejándose de que la Ley ‘Son of Sam’, que desde 1977 les impide beneficiarse económicamente de su actividad, atenta contra contra el legítimo derecho del ciudadano a ejercer libremente una profesión y ganarse la vida con ello. “Uno compra un hacha, cinta americana, bridas de plástico, bolsas de basura, y alquila un cobertizo en las afueras con toda la ilusión del mundo. Es una inversión. Pero si a mí la víctima no me paga antes de que le raje el vientre y le meta dentro del estómago la cabeza de mi anterior víctima, me tendrá que pagar Netflix por contarlo. Si no no merece la pena meterse en estos jardines…”, explica Logan Gosso, conocido como el Charcutero de Chattanooga.

El sindicato de homicidas casual ha tratado de negociar las mismas condiciones con Netflix, sin éxito por el momento al tratarse de un grupo menos cohesionado.

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