José Manuel Villarejo ha confesado que a veces se grababa a sí mismo y tomaba notas por si en un futuro fuese necesario extorsionarse “por puro aburrimiento”. A pesar de que su stajanovismo y su dedicación al espionaje apenas le dejaba tiempo para el ocio, el comisario jubilado asegura que “grabar a altos cargos poniéndose en evidencia mientras bucean en las cloacas del Estado” puede llegar a ser algo muy tedioso “a partir de la trigésimo quinta minicasette”.

Por matar el tiempo

Villarejo ha relatado cómo encendía la grabadora, la escondía dentro de una caja de cereales de la cocina y luego se hacía el despistado y comenzaba a hablar de cosas personales mientras desayunaba. “Por las noches me ponía la cinta para dormir, no sin antes escribir en una libretita qué cosas iban al apartado de ‘chantajes’, cuáles al de ‘sobornos’ y cuáles me las reservaba para futuras amenazas. Y así todo el día. Más bien…”, relataba el ex comisario en la Audiencia Nacional para que le devolvieran esas grabaciones “de alto valor sentimental” incautadas cuando se practicaron entradas y registros en su domicilio en 2017. El ex policía ha comentado que las primeras autograbaciones se remontan a la época en que pidió una excedencia de tres meses para trabajar como portero de finca. “Grababa a vecinos que se oponían a la obra del ascensor y luego lo filtraba al presidente de la comunidad. Después grababa al administrador, que amañaba las derramas, y lo filtraba también. Aquel vecindario tenía un equipo de fútbol amateur. Me lo cargué. Buenos tiempos…”, remata.

A pesar de las numerosas ofertas, Villarejo aún no se ha comprometido con ninguna editorial para publicar su colección de audiolibros.

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