Txarriboda News 648 (22-08-2022)
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El Tribunal Supremo y asociaciones de derechos humanos han mostrado una vez más su rechazo a la práctica, cada vez más común entre parejas de alto poder adquisitivo pero sin hermanos ni cuñados, de contratar “tías de alquiler” que lleven a su hijo al parque, le den la merienda y le aguantan mientras los padres están de fiesta hasta altas horas de la madrugada. Tragedias del primer mundo Estamentos y organizaciones destacan que la “marronidad subrogada” no sólo es contraria a la legislación vigente sino también a la Convención sobre los derechos del Niño y a la Convención de la ONU sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. “Se trata de jóvenes necesitadas de dinero que venden su cuerpo a parejas pudientes, de toda condición sexual, y acceden a asumir las partes menos satisfactorias de la crianza por dinero. Es una de las caras más degradantes del sistema capitalista”, explica Epi Durall, miembro de Amnistía Internacional y asesor de grupos de terapia. “Estaba económicamente desesperada. No sabía donde me metía. Cada vez que la pareja que me contrató se iba de vacaciones a un hotel sin niños o tenían orgía en una comuna ibicenca, y yo me tenía que encargar de esa pequeña bestia algo se me moría por dentro. Otro berrinche más en los columpios y me ahorcaba con el cinturón…”, explica Susana Torio, tía de alquiler que aún tiene pesadillas con que le sisan de la cartera. La práctica de la “marronidad subrogada” es, a juicio de diversos comités de Bioética, mucho peor que la contratación de vientres de alquiler porque “mientras en un caso la explotación dura sólo nueve meses, en el otro puede extenderse hasta más allá de la mayoría de edad del churumbel”. © elkarma.eus |
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