Aficionados esperan con impaciencia a que la nadadora Marimar Mota salga del agua para poder comunicarle que ya ha batido el record mundial de aguantar la respiración que ostentaba hasta la fecha el croata Budimir Buda. La marca había sido pulverizada después de 24 minutos y 34 segundos de permanecer sumergida pero, aparentemente, y según palabras de su propio entrenador, “ha querido ir a asegurar” y aún continúa a 120 metros de profundidad. Según testigos el momento más comprometido de la prueba fue cuando a los quince minutos de sumergirse a la apneista debió de entrarle un ataque de aerofagia, porque la superficie se cubrió de burbujas que provenían del fondo, pero en las últimas 96 horas no se ha vuelto a producir ninguna incidencia similar.

Esfuerzo y superación

El equipo de Mota, que se ha encargado de prepararla física y psicológicamente para un test de resistencia tan duro, ha destacado el espíritu competitivo de la buceadora a pulmón y no les extraña que aún permanezca bajo el agua. “Después de las primeras doce horas de inmersión comenzamos a pensar que a lo mejor se estaba echando una siesta larga, porque Marimar no había dormido bien la noche anterior, entre los nervios, la emoción y el pequeño amago de infarto de miocardio que tuvo durante la merienda, pero después de cuatro días es obvio que ha ido a superar sus límites”, explica uno de los técnicos de seguridad.

Los padres de la joven, que se ha desplazado hasta Bahamas, donde se celebra la prueba, aseguran sentirse “profundamente orgullosos” de su hija y confían en que tenga la misma suerte su otro hijo, que pretende convertirse en el primer atleta que cruce a nado el Canal de la Mancha con los pies y las manos atadas a una pesa de setenta kilos.

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