Escenas de lucha que dan vergüenza ajena hay muchas, pero esta de Riki-Oh es para dar de comer aparte. Lo de hacerse un torniquete con tus propios tendones del brazo clama al cielo.

En plena histeria colectiva por la extensión de la gripe porcina, Cantinflas se atreve a cruzar la frontera hacia Estados Unidos, sin mascarilla ni nada. Las autoridades locales no parecen muy impresionadas.

Comienzo de una trepidante saga en la que se narran los espectáculares y patéticos destinos de los antaño famosos luchadores del videojuego Street Fighter. Dhalsim de taxista está impagable.