Debajo de la Palmera: O “sí o sí” o el camelo de la Transición
Dieron hace poco en ETB una larga película sobre Sissi Emperatriz. Creía que iban a hablarnos de la biografía de Antonio Basagoiti, el nuevo “Sí o Sí” de la política vasca. O lo tomas o lo dejas. O sí o sí. El oasis vasco en tema tan delicado como la educación emocional de los chavales, para Basagoiti es una autopista unidireccional cuyo policía de circulación es el PP. “Algo repugnante» que diría en Madrid su socio preferente Pepe Blanco, refiriéndose al partido de Basagoiti. Pero Madrid está a casi 400 kilómetros y en el Oasis Vasco se hace lo que quiere el sheriff del condado, un sheriff que quedó el tercero en las elecciones a autoridades locales. Por esta razón nos han impuesto una fiesta regional, de esas que hay que estar alegres por decreto, de esas que desnudan a San José, como el día del Padre, y nos la trasladan y obligan a honrar a Patxi López y a Antonio Basagoiti como nuestros nuevos padres políticos en alegre biribilketa el 25 de octubre, ¡me imagino que sin desfile militar y sin cabra de la Legión, aunque con un buen vino español! ¡Pobre San José! Se enteró que iba a ser padre por un ángel y ahora se entera que va a dejar de celebrar su día del Padre por Basagoiti. ¿A dónde vamos a llegar? Nos dicen además que fue el estatuto un lugar de encuentro. Desde luego para el PP no porque hizo abierta campaña por el NO y nunca lo votó. Que ahora nos digan lo contrario está muy bien porque esta gente sólo acierta cuando rectifica, pero que nos obliguen a fuegos artificiales para celebrar un texto que sus mismos partidos, el PP y el PSOE lo tienen clavado en Madrid no deja de ser irónico con el agravante de que si de celebrar un estatuto se trata, habría que celebrar el primero, no el segundo de no ser que el primero sea sospechoso ya que el gobierno Aguirre tuvo ejército y política exterior, por circunstancias de la guerra, aunque ya sé que no conviene recordar estas cosas. Mira por dónde. Yo si celebraría y recordaría aquello, que dio con la mayoría de todos ellos o en la cárcel, o en el exilio o en el paredón como le pasó a aquel consejero de sanidad fusilado, Don Alfredo Espinosa. Cosas así hay que recordarlas pero no este estatuto del que están tan contentos porque habían negociado a la baja una raquítica transferencia de las políticas activas de empleo. Bueno, pues a trasladar el día del Padre, al 25 de octubre y cuando hagamos los regalos de tan señalado día nos acordemos de Patxi y Antonio nuestros nuevos padres políticos que tanto velan por nosotros. Era de ver asimismo la capilla ardiente de Juan Antonio Samaranch en el salón principal del Palau de la Generalitat, con los reyes de España y muchos políticos leyendo panegíricos a la labor de un hombre que ese día en el Financial Times era descrito así: «probablemente es el último de su generación de políticos fascistas europeos que permaneció activo en la vida pública». Un hombre, que como el rey, jamás condenó una dictadura sangrienta de la que él fue tan fiel y eficaz servidor. No hay que extrañarse pues de que al juez Garzón le sienten en el banquillo de los acusados Falange Española y Manos Limpias. En esa foto de la capilla ardiente de Samaranch y en el procesamiento de Garzón, queda bien resumida la sacrosanta y no exportable Transición política española como uno de los grandes camelos de los últimos años. Una etapa que se mantenía en difícil equilibrio cogida por alfileres con la condición de que no se la tocara ni con el pétalo de una rosa. En caso contrario el invento podía caerse estrepitosamente, como efectivamente ha sido. Una ley de Amnistía que quiso ser una ley de Punto final ante los crímenes y robos de un sistema totalitario. Unas víctimas de la dictadura que jamás fueron tenidas en cuenta, siendo cien mil veces más numerosas que las víctimas de ETA. Unos robos que nunca fueron resarcidos. Ahí está como uno de los muchos ejemplos el de la Delegación Vasca de París, utilizada vejatoriamente hoy por el Instituto Cervantes. Un jefe del estado puesto ahí por un criminal. Un 23-F jamás investigado. Un estado de las autonomías generalizado para que vascos, catalanes y gallegos no seamos tratados con singularidad. Unos idiomas cooficiales nunca respetados en la literalidad de la ley. Miles de asesinados y enterrados en las cunetas y vertederos, sin posibilidad de ser honrados por sus familiares. Un dictador honrado en el Valle de los Caídos. Una nomenclatura franquista que da nombres a calles, plazas y edificios que todavía no se han borrado en España. Unos documentos robados e imposible de conseguir sean devueltos a sus dueños depositados en Salamanca. Pensiones a los vencidos tan a cuentagotas que el tiempo ha logrado no las cobren nunca. El envalentonamiento de una derecha y una ultraderecha cada vez más agresiva. La manipulación de la historia sin una política pedagógica para romper documentalmente el silencio de cuarenta años de mensaje único. Y, afortunadamente, unos nietos, que comienzan a hacer preguntas impertinentes. Lo dicho. Una transición fraudulenta que treinta años después empieza a enseñar su cara más fea. Iñaki Anasagasti © humorenlared.com |
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