Debajo de la Palmera: ¿Por qué diablos Basagoiti no le hace caso a Ortega y Gasset?
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El 30 de Julio de 1931 D. José Ortega y Gasset era diputado de aquellas Cortes Constituyentes de la República Española. Al prestigioso filósofo no le gustaba demasiado como iban trascurriendo los acontecimientos y pronunció ese día un muy comentado discurso en el que, entre otras muchísimas cosas, dijo lo siguiente: «Es evidente que hay tres cosas que no podemos venir a hacer aquí: ni el payaso, ni el tenor, ni el jabalí». Lástima que Antonio Basagoiti líder del PP de vascongadas, no sea hombre dado al estudio de la historia, porque constituye esta reflexión una buena receta para dedicarse a la política. Quizás por no tener ni idea de ella al hombre le gusta hacer el payaso pero sin gracia; a todas horas el tenor, sin apenas voz y sobre todo el jabalí, acabada descripción de lo que eran aquellos diputados cerriles que solo sabían embestir, sin aportar nada al debate. Tengo un gran respeto por los payasos pero a estos también les ocurre frente a un auditorio infantil, por lo general poco dado a la crítica, que hasta los payasos les cansan, sobre todo el de la cara blanca, con sus chistes repetidos, la misma nariz de pelota redonda, los mismos zapatones y los calzones aguados y remendados. Al final el público los abuchea y los deja solos. Por eso ahí está Basagoiti con su moto llevándole a Soraya Sáenz de Santamaria, con su casco inmenso y su cara de lerdo sobre todo cuando quiere decir un chiste o como aquel tipo impresentable que se echó un pedo en la manguera del buzo. Y es que el hombre se cree muy gracioso y solo quiere que los menores de cuarenta años hagan política en este país. Y lo dice el muy funcionario de la Gestapo porque cree como los señoritos de los cortijos que el servicio público va en consonancia con la edad y con sus deseos. Si así fuera, él, a pesar de algo tan pasajero como la juventud, no podría nunca más jugar al fútbol. Haciendo el payaso quiso presentársenos como un nuevo Messi de la política vasca, rodeado de decenas de fotógrafos, de los que le bailan el agua, y ya sabemos lo que le pasó. A la primera de cambio, a urgencias. Nos dio una buena imagen payasística de sus posibilidades tanto en el fútbol como en la política. Tampoco debería tratar de hacer el tenor a todas horas, porque a lo sumo es un baritonillo pero de provincias. Aquella machada de «que se presenten ellos” en relación a que quería apoyar en Madrid lo mismo que había hecho en el Parlamento Vasco en relación con la seguridad jurídica del Concierto Económico quedó en eso. En una boutade más. Le obligaron a votar NO, lo mismo a la utilización del euskera en el Senado. Bueno, en esto ya había hecho prácticas, designando a Arantza Quiroga para la presidencia del Parlamento Vasco, a dedo y que no sabe euskera, en lugar de a Laura Garrido, que si lo sabe. Pero como las buenas lenguas comentaron, la eligió porque era más mona. Lo del euskera ya sabemos que lo tiene a gala despreciarlo. Ya lo dijo. “Que los chavales aprendan inglés que el euskera no sirve para nada”. A su lado, toda esa sargentería pepera, experta en marketing de bolsillo, encuestas de laboratorio y música de Lauren Postigo con Barrikada, le ríe las gracias y le dice que es el mejor y que ese es el estilo de la derecha que gusta. Semeja al conejo de la suerte (Bugs Bunny) que con inmensa sabiduría dispara la escopeta sin darse cuenta que el cañón está doblado hacia él. La retirada de María San Gil, y el toque bruselense de acordeón de Iturgaitz le dejó el campo libre para aprovechar una coyuntura única como fue la de, perder votos y ser la tercera fuerza tras eliminar de la liza a HB, gracias a los buenos oficios del primero de la lista por Bizkaia, el zascandil mayor del reino, Ignacio Astarloa, que pasó del PNV al PSOE y del PSOE al PP, para redactar aquellos cambios en el código penal que permitieran encarcelar a Ibarretxe por si a éste se le ocurría el dislate de convocar una consulta ciudadana. Sus votos con los del PSOE, el agua y el aceite, están permitiendo la actual situación política en Euzkadi de “normalidad frentista” española, frente a la “anormalidad” democrática en Madrid. Y eso gracias a éste hombre de estado al que apellidan Basagoiti, pero al que siguiendo sus deseos deberían traducir el apellido al castellano, “el del bosque de arriba” o en inglés “above the forest” pero no en esa jerga incomprensible de unos vasquitos que se empeñan en preservar su milenario código de comunicación. Y finalmente lo de no hacer el jabalí. En esto lo tiene fácil. Hijo de gato, caza ratones aunque hay un problema de gestualidad que sus asesores no han podido resolver. Cuando mira hacia el infinito, aprieta la boca, le aparece un tic facial, se agarra las manos, y engola la voz y es entonces, todo el mundo sabe que viene una parida, una de vaqueros, un chiste aprendido en el espejo durante toda la semana. El problema es que cuando es más auténtico lo que produce son groserías, insultos y apologías del terrorismo como cuando dijo aquello de que hubiera sido mejor que los que pusieron el coche bomba en Mallorca hubiera sido mejor que les hubiera explotado a ellos o que a aquellos otros en huelga de hambre que la hubieran llevado hasta el final. Seguramente ese día, el gran jefe de su partido, Manuel Fraga, aquel que decía que el mejor terrorista era el terrorista muerto, le mandaría un telegrama de felicitación. «Este Basagoiti, gran jabalí, es uno de los míos. El chico promete». Recordarle este tipo de cosas no le gusta, nada y tiene mal encaje. Irritado me responde con ese chiste malo repetido de que soy un político de medio pelo. ¡Ja, Ja, ja! ¡Qué gracioso! No se da cuenta que dedicarse a la política no es cuestión de pelo, sino de lo que se tiene debajo del pelo y en el caso de este sinsorgo, la materia no es gris, sino grisácea. También dice que me tienen que retirar y enviar al basurero. Teniendo el ejemplo del presidente de su partido y del caso Gurtel y todo el follón que se traen, no creo sea Antoñito la persona para dar consejos a nadie, aunque nunca se sabe. Igual si el PP necesita del PNV algún día igual logra me hagan delegado del gobierno de Euzkadi en Madrid, y me sacan de circulación. En definitiva que estamos ante un personaje menor de la política vasca que se cree el Gran Caruso, junto a Fernando Alonso, Rafa Nadal e Iniesta en su camiseta roja y en una sola persona. Toda una caricatura de lo que debería ser una derecha vasca aseada, foralista, defensora del Concierto y del euskera y de un estatuto que rechazó, y sobre todo culta. En lugar de esto tenemos un Jaimito sin gracia, una mosca cojonera caprichosa, un interesado amigo de Azkuna a quien no dudaría un segundo en apuñalar políticamente, y un motorruidista sin proyecto alguno de país. Y sobre todo sin saber quien fue Ortega y Gasset, para, por lo menos, hacerle caso alguna vez. Iñaki Anasagasti © humorenlared.com |
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