febrero 1, 2012

Oreja a la Plancha: ¡La idea brillante!

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La gilipollez humana no tiene límites. Hasta ahora los músicos de rock trabajábamos en garitos en los que no pueden entrar menores, que ya es legislar con el culo; ahora esos mismos garitos, o al menos algunos de ellos, han aplicado la controvertida ley anti-tabaco de diversas maneras curiosas. En unos, directamente, se puede fumar y punto. Y que le den por culo a tó, sargento Arensivia. Las “excusas” son diversas: que si estamos en familia, que si la cosa se ha relajado, que si a ver si vamos a ser el único bar del pueblo que cumple esta absurda ley.
Pero en otros la cosa ha tomado tintes dramáticamente estultos. Se trata de lugares en los que se cumple la ley de manera estricta… pero tampoco se puede fumar fuera durante el concierto; si sales a fumar, tienes que pagar de nuevo para entrar. O sea que el cigarro puede costarte entre 10 ó 20 euros, según mercado. Y ahí tienes noche tras noche al fumador, que al fin y al cabo es un yonki, tratando de desbaratar la inflexibilidad del portero en una conversación similar a  la que podrían tener el Diablo de Tasmania con una estatua de la Isla de Pascua.
Yo sé que tiene que haber una sencilla explicación para todo esto, y  que más de un tabernero estaría encantado de transmitírmela; pero  también sé que no me iba a convencer. De esto no, troncos. Poned un  sello, cojones.

Juan Abarca © humorenlared.com

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