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La lavadora es un electrodoméstico usado generalmente para limpiar o lavar ropa, aunque en ocasiones también sirva para ablandar los garbanzos antes de preparar el cocido. La primera patente fue concedida en Inglaterra en 1691 a un señor que estaba harto de que las lavanderas de su parroquia arruinaran su casaca y su sombrero de tres picos lavándolos a mano en ríos infestados de pirañas importadas de Sudamérica desde la plaga de 1688 y dejando las prendas llenas de agujeros (que luego agrandaban involuntariamente cuando secaban la ropa pisoteándola con botas de cuero).
Las lavadoras modernas cuentan con un tambor central con orificios que gira mientras se le introduce agua (se intentó con gaseosa pero salía muy caro y la ropa quedaba pegajosa), haciendo que se mezcle el detergente con la ropa sucia. El movimiento del tambor es provocado por un motor eléctrico o de tracción animal, siempre que haya espacio en la cocina para incorporar a la parte trasera de la máquina una manivela atada a un hámster gigante de Borneo que daría vueltas sobre si mismo.
La popularidad de las lavadoras ha sido notable aunque irregular. Así como en algunos países resulta inconcebible pensar en una cocina sin lavadora, en los Estados Unidos, por ejemplo, meca de la cultura pop, el julepe y las chancletas, no es tan habitual que la gente que vive en apartamentos posea su propia lavadora, sino que el edificio cuenta con lavadoras en el sótano para uso compartido. A principios de los 80 hubo un intento por parte de varios fabricantes de popularizar la posesión particular de este electrodoméstico, pero los productores de sitcoms crearon un lobby para oponerse ya que las lavanderías daban mucho juego a la hora de ambientar teleseries.
© humorenlared.com |
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