El tiempo vuela al ritmo del recorte universal de prestaciones y derechos. Bueno, no tan universal. Europa occidental, Canadá y poco más se los pueden permitir. Háblale tú de horas sindicales, jubilación, indemnizaciones a tantos días por año trabajado y demás encantos a un niño de Bangladesh. Háblale tú a cualquiera, aquí y ahora, de la huelga de 1890, cuando los nadie bajaron de los montes del hierro en Bizkaia. Parece que los mineros, o la mayoría de ellos, estaban vivos y creían que podían cambiar el mundo de mierda que conocían. Ahora con agitar un trapo y pasear casi zombi en una mani cualquiera, va que arde.

Hace dos días, el presidente de Francia hablaba de “reformar el capitalismo”. Hace tres, el anterior presidente de la CEOE, Díaz Ferrán, estaba por la labor de “suspenderlo”. Al actual le interesa más combinarlo con una amnistía fiscal y aflorar el dinero negro acumulado a lo tonto estos años. Era lo menos que se le podía pedir ahora que crear empleo está más barato que nunca. Porque se trataba de eso. ¿O no?

Julio Albitre Polo, director de EL KARMA