Caso a caso la corrupción en España abona con su estiércol la creencia de que la cosa pública y su dinero, el de todos, siempre acabará en manos de pícaros, chorizos y trincones. Este castigo continuo amenaza con llevarse a la Política patas arriba, a ritmo de pasodoble, arrastrada por las mulillas del populismo, la desesperanza, el tedio y la ira. “No se puede generalizar”, dicen los generales de los partidos políticos cuando pufos y triles se destapan en las cúpulas de las organizaciones y sus aledaños, ante los ojos atónitos de afiliados, simpatizantes y votantes que pueden dejar de serlo.

En Euskadi existe la posibilidad de hacer Política de otra manera, y no porque seamos mejores, sino porque resulta difícil concebir una manera más dañina de hacerla. Parece que la corrupción podría alcanzar su propósito: alejar a la gente de la Política para que el salvapatrias de turno venga a explicar qué es lo que tal y qué es lo que cual.

Julio Albitre Polo, director de EL KARMA.