Puños fuera: Granja animal
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Adquirida en una factoría avícola, una treintena de gallinas llegaba al caserío de unos compas neorrurales, promocionadas por el azar a la categoría de ponedoras de “huevos felices”. Habiendo sobrevivido hasta la fecha en un clásico entorno de vídeo vegan-gore, las afortunadas gallinas ingresaban en el falansterio donde les esperaban espacios amplios, puertas abiertas y hasta un gallo peleón. Pero, para asombro de sus anfitriones, éstas se las ingeniaron para encontrar en su nuevo hogar una jaula abandonada y poder pasar hacinadas allí las noches, reeditando, por costumbre, las monstruosas condiciones de vida de sus anteriores celdas. Hasta la primavera no han cruzado por iniciativa propia el umbral del gallinero. La cacareada felicidad puede esperar.
La moraleja de esta fábula de “la gallina de los huevos a precio de oro” es evidente: únicamente la libertad que se conquista por esfuerzos y medios propios puede ser disfrutada en plenitud y llamada con ese nombre. Pero cimarrones o libertos, la tarea sigue siendo dejar de ser unos gallinas que fabulan su libertad, y poner en marcha ya la confabulación que nos haga abandonar esta sociedad adocenada. |
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