La música está en los ojos de la gente. Cuando alguien percibe sonidos ordenados se da cuenta al instante y mira en la dirección de la que proviene la onda. Y si no mira con los ojos, mira con el corazón. El asombro que produce en cualquiera la intención musical se puede despertar con un simple par de palmadas y afecta a todas las personas, estén o no versadas en la materia. Como las orejas de un gato, nuestra percepción se orienta sola hacia la fuente del bálsamo.

La reivindicación por parte de colectivos de músicos de mejoras laborales, apoyo institucional, etc, es más que justa… pero al unirnos a ella nos va saliendo barriga a ojos vista. Lo realmente importante no es que nos den de merendar, sino que la gente se dé cuenta de lo necesaria que es la música en sus vidas, sin más. Cada vez que una multinacional se apropia de ese concepto tan simple por oscuros motivos publicitarios, nos está robando a la gente algo que es nuestro. Como cuando en Madrid a la estación de metro de Sol la llamaron Vodafone Sol y a los aborígenes se nos rompió algo dentro. La ignorancia es patrimonio de las personas, el proceso de despertar a una consciencia mejor también lo es. Y esa estación se llama Sol.

Juan Abarca © humorenlared.com