Gora Euskadi: Servicio de garantía
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Aún no me había repuesto de la noticia. Tenía el corazón en un puño y llevaba varios días como ausente, traumatizado todavía por la desgracia sin precedentes sobre la que los medios de comunicación informaban, impotentes por ser meros espectadores, incapaces de evitarla. Enrique Iglesias había sido atacado por un drone. Seguramente pensó el cantante, durante aquellos interminables segundos sobre un escenario de Tijuana, previos al fatal desenlace, que el drone le tendría a él más miedo que él al drone. Por eso intentó acariciarlo con la mano desnuda, confiado, conciliador. Como es él. Pero su gesto fue inane y a punto estuvo de perder dos dedos ante el traicionero ingenio electrónico. |