Gracias a lo poco que veo la tele y escucho la radio «comercial», a lo que hay que sumar mi intrínseco empanamiento de serie, he vivido hasta la fecha sin saber quién cojones son los Gemeliers esos. ¿De dónde ha salido esa abominación? Bueno, es una pregunta retórica. Han salido de las mismas tripas que las otras abominaciones, y están cortados por el mismo patrón. Lo digo tras haber escuchado como diez segundos de una canción. ¡Suficiente! Con eso se puede hacer un máster sobre el ítem en cuestión: Fuera. Caca. Yuyu.
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Renovarse o morir. Esa parece ser la máxima de Shinova. Los chicos malos, ruidosos y guitarreros del principio han hecho una refundación de sí mismos y han abrazado el indie rock (o el indie pop, si nos puede la inquina). Pero el que vale, vale. Y sus melodías solventes y su eclecticismo innato (no descartan el folk) les convierten en esa inversión segura que llena carpas de festivales. Shinova apuestan en sus letras por el presente, ajenos al (¿su?) pasado y sin obsesionarse con el futuro. Vibrante.

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