Devora y escupe: I wanna be your cow
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Hace unos días presencié uno de los acontecimientos más impactantes de este año. Una vaca entraba en una cafetería en un lugar, X. La vaca cruzó la entrada como si fuera ya clienta habitual y se comió sin pedir permiso, la tostada que estaba desayunando una chica. Los clientes del café ya tenían preparados sus smartphones antes de que la vaca se pegase el festín. Todas las personas presentes grabaron lo sucedido. Un hombre mayorcete, que parecía haber salido de una rave del jardín de Jim Morrison, le enseñó a la chica justo treinta segundos después, su publicación en el Facebook diciéndole: ¡mira, eres famosa, todo el mundo te ha grabado! Me quedé sorprendida hacia el poco respeto que se ha desarrollado por la intimidad de las personas, por la grabación fácil, instantánea, espontánea. Por ese producir contenido momentáneo para recibir la aprobación en las redes fecales. Si hay algo positivo del coronavirus, es que vamos a tener mascarillas suficientes para taparnos la cara y no respirar algo tan repugnante como es este virus social y humano. Ayer leía un ensayo sobre la ansiedad que le producía a una escritora el tipo de contenido que debía publicar en sus redes sociales. Estamos en ese punto. Mercurio vuelve a estar retrógrado, y las vacas son lo más punk. Aurora Díaz Obregón © elkarma.eus |
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