junio 1, 2022

Cómo se hace: ¿Cómo se espía un teléfono móvil?

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Espiar un dispositivo móvil con el fin de hacer seguimientos e interceptar las comunicaciones de su usuario podría parecer un lujo fuera del alcance de la mayoría de las personas. Adquirir el sistema Pegasus en el mercado negro es económicamente prohibitivo, descargárselo del Torrent éticamente cuestionable y, por lo que sea, la empresa israelí NSO Group ya no admite pedidos en su página web. Sin embargo existen métodos mucho más baratos e igualmente eficientes, asequibles a todos los bolsillos, tal vez con excepción de personas en la extrema indigencia, aunque esos individuos tienen problemas más acuciantes de los que preocuparse que escuchar las conversaciones de sus conciudadanos.


Los primero que debemos hacer es acercarnos a un bazar chino, que tiene precios más competitivos que una ferretería tradicional y mucho más surtido de productos, aunque el trato personal será igual de distante y su léxico exactamente igual de hermético. En el establecimiento adquiriremos un juego de walkie talkies, cinta adhesiva, hilo de algodón (en tubo o a granel, da lo mismo), tres pelotas de frontón, dos yogures (si la tienda cuenta con sección de alimentación) y un listón de madera de ocho metros (aunque uno de seis también podría valer).

Una vez que dispongamos del material trataremos de localizar a la persona que queremos espiar. Esta tarea es algo más difícil si se trata de una persona desconocida al azar, ya que desconoceríamos su costumbres, horarios, lugares que frecuenta, itinerarios y rutinas, pero tampoco tiene mucho sentido intentar descubrir los más oscuros secretos de alguien a quien no conocemos de nada. Una vez localizado el sujeto, preferiblemente en la vía pública, nos hacemos los encontradizos, tropezamos, provocamos caernos los dos al suelo y, en la confusión, tomamos su móvil, colocamos detrás uno de los walkie talkies y lo fijamos al celular con la cinta adhesiva con cuidado de que oprima el botón de hablar. Opcionalmente pegamos también el yogur, ya vacío, con el hueco hacia fuera, y previamente perforado para poder unirlo al hilo de algodón y conectarlo al yogur que nos quedamos nosotros. Este paso es importante hacerlo si sabemos que la persona espiada vive cerca de nuestro domicilio, para poder calcular la longitud del hilo. En caso contrario se impondrá el método de ensayo y error, siempre y cuando la víctima no comience a sospechar que son demasiados tropezones fortuitos en un único día. Cuando la persona se levante y el dispositivo esté preparado, nos despedimos educadamente y nos dirigimos a nuestra casa, confiando en que la otra persona haga lo propio.

Una vez en nuestro hogar nos asomamos al balcón y esperamos a que el otro individuo llegue a su casa, en el edificio opuesto al nuestro. Casi con toda probabilidad comenzará a usar el móvil delante de la ventana o en su propio balcón, que justo quedará enfrente del nuestro, como pudo comprobarse en Objetivo indiscreto. Tan pronto como comience a hablar podremos oír lo que dice a través de nuestro walkie talkie o, si se gastan las baterías, mediante el yogur encordado. En caso de que queramos leer sus whastapp pero las plantas de su terraza nos dificulten la visión, utilizaremos las vara de ocho metros para apartarlas desde nuestra atalaya, con cuidado de que el espiado no se de cuenta. Las pelotas de frontón se utilizarán para hacer tiempo realizando malabares hasta que el vecino asome.

El siguiente paso sería hacer chantaje con la información de que disponemos, pero eso ya sería en otro tutorial.

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