septiembre 15, 2022

Cómo se hace: ¿Cómo se elabora una colonia?

r176_comosehace

La colonia (no confundir con el asentamiento o forma de poblamiento dado hasta el siglo XIX, o bien un territorio sujeto a la administración y gobierno de un país remoto, llamada metrópolis, ni con la ciudad al oeste de Alemania) es una mezcla de ingredientes vegetales, animales y sintéticos aromáticos con un disolvente y un fijador. Comenzó a ser fabricada por los antiguos griegos y fue perfeccionado por los árabes. A pesar de que el agua corriente ha normalizado la ducha, las colonias siguen siendo muy populares, si bien sociólogos modernos creen que se ha visto desprovista de su fin inicial (oler bien) y han pasado a convertirse en un icono simbólico (se deja sobre la repisa del baño, pero jamás se utiliza), con un alto valor de cambio pero un bajísimo valor de uso, que se regala para obtener favores sexuales (San Valentín) o favores económicos (Día del Padre).

La alternativa a la ducha

En cualquier caso, el proceso de fabricación de una colonia ha cambiado mucho a lo largo de los años. La destilación permite la obtención de fragancias a partir de la adicción de agua (hasta aquí, como sucede con el vino o la leche de oferta) a los sólidos que contienen las esencias y obtener estas por destilación. La extracción supone obtener perfumes mediante la utilización de disolventes, como grasas animales o ácido clorhídrico aplicado con sulfatadora, estilo Jeff Goldblum en La Mosca. La expresión implica la compresión, generalmente de cortezas (de frutas o de cerdo, aunque la resultante de esto último suele tener un aroma más acre, con reminiscencias a tasca de pueblo). Finalmente, la maceración es el método más antiguo.

Los pétalos se recogían a mano, con lo que eso suponía para la economía de la zona, que se llenaba de temporeros que trabajaban por cuatro perras gordas (sin recibir nada parecido al PER, que aún no se había inventado; aunque en Delos le daban vueltas a la idea). Se disponían sobre una película de grasa animal sobre una plancha de vidrio. Tras un par de días se retiraban minuciosamente los pétalos hasta que las grasas se saturaban. La pomada que se obtenía se vendía en tiendas naturistas por un ojo de la cara, con lo que el negocio salía redondo.

Al principio los perfumes eran muy volátiles. Solo el olor de las colonias de ciervo exprimido o cachalote triturado permanecía por largas temporadas, lo que afectaba a la vida social del usuario que había cometido la imprudencia de aplicarse semejante atentado terrorista contra la integridad pituitarial. De ahí surgió la idea de utilizar el almizcle de los ciervos y el ámbar de los cachalotes a modo de fijador, en un sorprendente giro de iniciativa empresarial antiintuitiva.

Hoy en día las colonias sintéticas abaratan mucho los costes, cosa que es de agradecer porque en el fondo solo interesa el diseño del frasco.

© elkarma.eus

Pincha aquí para descargarte el PDF de EL KARMA 222