El reconocimiento de La Invasión de los Ladrones de Cuerpos, el film de Don Siegel de 1956, como película de culto, junto con el éxito de La Guerra de las Galaxias, habían llevado a United Artist a querer aprovechar el filón de la ciencia ficción. Tras desestimar un guion de Steven Spielberg inspirado de manera apócrifa y plagiaria en el primer borrador de Manuel Esteba de El E.T.E. y el Oto, la productora dio luz verde al proyecto de remake de Robert H. Solo, con guión de W. D. Richter y que dirigiría Philip Kaufman. Sin embargo, a diferencia de la cinta de Siegel, Kaufman no quería que el protagonista fuera un americano medio al estilo de Kevin McCarthey, sino que buscaba un actor más internacional para el papel principal.
El Nuevo Cine Español gozaba de gran prestigio entre los círculos del Nuevo Hollywood, con títulos como Lo verde empieza en los Pirineos o Solo ante el streaking llenando las salas de cine arthouse de Nueva York, por lo que la decisión lógica era contratar a Paco Martínez Soria para el papel de Matthew Bennell.
Vaina loca
La versatilidad del aragonés, que había desarrollado una gran variedad y complejidad de registros a lo largo de toda su filmografía, cautivaría a los ejecutivos de United Artist, que vieron en el de Tarazona al intérprete perfecto para competir directamente con De Niro, Pacino y otras estrellas incipientes de finales de los 70. Especialmente por su papel en Don erre que erre, que le había convertido en uno de los mejores actores de carácter de su generación. Los primeros contactos con Martínez Soria prosperaron y el estudio consiguió una remisión temporal del contrato de permanencia a perpetuidad en régimen de semiesclavitud que tenía con Pedro Lazaga. Richter reescribiría convenientemente el guión para adaptarlo a la nueva tesitura actoral. Ahora, durante el clímax final, el protagonista se disfrazaría de la tía de Carlos, con peluca cardada, para tratar de burlar a los extraterrestres invasores, y permitir la celebración de la boda de su sobrino y su amigo Alberto, con las hijas de Don Servando. Todo estaba listo para empezar a rodar.
Desafortunadamente, el plan se echó a perder a las pocas semanas cuando el propio Lazaga se personó en los estudios para romper el acuerdo. Un nuevo proyecto, mucho más ambicioso, requería de la participación del actor, por lo que los dos rodajes eran incompatibles. La nueva producción, de título Doble Impacto, giraba en torno a dos hermanos gemelos separados al nacer debido a que sus padres fueron asesinados por la mafia china. Las dificultades de Martínez Soria para abrirse de piernas entre dos camiones en movimiento acabarían provocando la cancelación la película, que se reconvertiría en la mucho más modesta ¡Vaya par de gemelos!, rodada ya en Madrid. De esta manera quedaba truncada para siempre una prometedora carrera en Hollywood.
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