Flims: The innocents
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El cine de terror está repleto de niños enrabietados, que ya se sabe que tienen muy mala virgen bajo su aspecto angelical y más peligro que un MENA según los estándares de Vox. Encontramos ejemplos en los alegres infantes mediterráneos de ¿Quién puede matar a un niño?, los bíblicos chiquillos de Los chicos del maíz o el inquietante Chencho de La gran familia. Pero el rizo se riza aún más cuando estos párvulos desarrollan habilidades sobrenaturales, bien por su origen demoníaco como el Damien de La Profecía o por su naturaleza extraterrestre como el Brandon de El hijo, que te pueden dejar seco como se te ocurra quitarles el proverbial caramelo. El noruego Eskil Vogt escribe y dirige con nota una nueva aportación a la tradición de niños con poderes que te miran raro.
Ay, los chiquillos…
En una barriada del Oslo suburbial, a finales de verano, se juntan por casualidad Ida, de 9 años, su hermana mayor, con un grado profundo de autismo, una niña con vitíligo y Ben, un muchacho con peor fondo que Reinhard Heydrich recién levantado. Estos tres últimos tienen superpoderes a un nivel de andar por casa, pero juntos se potencian y se catalizan hasta el punto de poder leerse la mente y reventar troncos con el pensamiento. Y resulta que a Ben eso de que un gran poder conlleva una gran responsabilidad le suda la brenca. Mal rollo como sólo un escandinavo sabe destilar. |
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El cine de terror está repleto de niños enrabietados, que ya se sabe que tienen muy mala virgen bajo su aspecto angelical y más peligro que un MENA según los estándares de Vox. Encontramos ejemplos en los alegres infantes mediterráneos de ¿Quién puede matar a un niño?, los bíblicos chiquillos de Los chicos del maíz o el inquietante Chencho de La gran familia. Pero el rizo se riza aún más cuando estos párvulos desarrollan habilidades sobrenaturales, bien por su origen demoníaco como el Damien de La Profecía o por su naturaleza extraterrestre como el Brandon de El hijo, que te pueden dejar seco como se te ocurra quitarles el proverbial caramelo. El noruego Eskil Vogt escribe y dirige con nota una nueva aportación a la tradición de niños con poderes que te miran raro.

