El título del disco lo dice todo. Poeta urbano, sucio, que retrata la realidad sin concesiones ni tacto, Patrick Stickler, escupe al ojo del oyente el gargajo de una tos productiva, que continúa ahí pegado mucho después de que cesen las voces de fondo con que concluye Mass Transit Madness, la última pista del álbum. Un trabajo tal vez no tan redondo como el anterior, pero que rezuma autenticidad por cada uno de sus tracks.© humorenlared.com

Al contrario de lo que suele pasar con los grupos que empiezan, la banda de Lide Hernando no ha pecado de pretenciosidad con este segundo trabajo. Más bien al contrario. Sus once temas, que beben del stoner rock, son aún más inmediatos que en Hauts, más rockeros, más directos, con letras críticas que huyen de rodeos, para conectar con el público sin edulcorantes, aditivos ni antiapelmazantes de ninguna clase.

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El trío madrileño lo vuelve a hacer con un disco que pone los pelos como escarpias, reinicia los marcapasos y corta la mayonesa. Y es que se puede ser “irreverente, lascivo y soez” durante una temporada y petarlo, pero convertirse en la punta de lanza del punk rock gamberro durante un cuarto de siglo es un hito que muy pocas formaciones pueden alcanzar. Ni siquiera los Monty Python, si les hubiera dado por los riffs de guitarra. Ameising.

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