Lydia Botana, natural de Culleredo, es el nombre que se esconde detrás de ese alter ego que es Bolboreta. Multinstrumentista, con Grado Profesional de piano, ha tocado todos los palos. Y todos es todos. Aunque le pierde el reggae y el ska. Y fusionarlos con folk. Y no precisamente muñeiras. El título de su disco es más literal que metafórico, porque la gallega no para quieta y recorre el mundo con su acordeón. Como María Jesús pero sin pajaritos.

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Las hermanas franco-cubanas, Naomi y Lisa-Kaindé Díaz, no son hijas de Changó y Osun, como indicaría el orixa que las bautiza, pero ni falta que les hace. Si trabajos anteriores han podido tener un aire más tenebroso, fúnebre incluso, más por la temática de sus lyrics que por la música, Ash se torna más luminoso. Más reivindicativo que sombrío. Más Oshún que Yansa. Para cuadrar el círculo La Mala se arranca en Me voy.

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Del mismo modo que los surrealistas de Breton utilizaban la escritura automática, la bilbaína ha configurado un nuevo disco a partir de notas, apuntes y retazos sonoros dentro del propio entorno del estudio de grabación. Junto a Xabier Erkizia, el chamán del círculo de Bera, LeGardon ha seguido escarbando en su proceso de experimentación, alejada de aquellos comienzos en Onion, tan del siglo XX.

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