Lejos de significar necesariamente un trastorno mental, hablar solos es, según la psicología moderna, un sano ejercicio que denota inteligencia y capacidad de análisis. Hablar en voz alta cuando no hay otro ser humano en los alrededores (si acaso algún animal de compañía o algún electrodoméstico especialmente asertivo) nos ayuda a poner distancia sobre temas que nos preocupan. “Pero hay casos y casos, claro, y mucho zumbado suelto”, explica el psiquiatra Luis Fachas Lienzos. “Una característica significativa, si bien no determinante, que nos puede dar una pista sobre si el sujeto que practica el soliloquio lo hace con inteligencia o es carne de punción ventricular de Cushing es la intimidad con la que lo practica. Si está solo, y es consciente de ello, claro, no hay problema. La cosa se complica si lo hace en la calle, rodeado de gente. Claro, que no es lo mismo musitar la introducción del Discurso del método de Descartes, memorizada para un inminente examen de oposición a bedel, o gritar a pleno pulmón ‘Os voy a matar a todos, las voces me guían…’. No es lo mismo”. (Más…) |