Nicolás Maquiavelo escribió en el El Príncipe que era deseable que la gente te amase y te temiese, pero que si había que elegir entre una sola de las dos opciones, siempre era preferible la segunda. Los medios de comunicación lo saben, y aplican la fórmula. Pero como son más listos que Maquiavelo (que le dedicó su tratado a Lorenzo de Medici para que le agregara al Instagram y sólo recibió a cambio dos tetrabriks de vino) prefieren que la gente tema, pero a terceros. O mejor, que tema sin más. Sin especificar. A cholón. La prensa, además, sabe que el miedo nos hace mejores personas. Gracias al miedo, el ciudadano deja de coquetear con el aventurerismo moroso y paga la letra de la hipoteca, no vayan a desahuciarle por un episodio de disidencia transitoria. El miedo es bueno, pero hay que cultivarlo. Por eso la cabecera de Vocento del viernes 25 de septiembre no se anda con medias tintas y titula la información de su página 7, a cinco columnas, “La dificultad para encontrar casos y hacer test masivos condenó a España”. Condenó. Y punto.
Porque el diario El Correo lleva muchos años en el negocio y sabe que los lectores tienden a distraerse. Con un par de noticias sobre asaltos de navajeros o sobre adolescentes obsesionados con el porno los tienes aterrados (por su bien) durante un rato. Pero no tardan mucho en recomponerse y empiezan a creer cosas como que de la pandemia salimos más fuertes, que el ser humano es maravilloso y que todo va a salir bien. Y eso sí que no. Tonterías las justas. Así que los responsables del periódico lanzan un órdago a la grande y hablan de condenación. Llámalo incompetencia, llámalo ineptitud logística, llámalo que la Luna entra en conjunción con la casa de Acuario. Da igual. Ya no hay remedio. Condena eterna. Azufre. (Más…) |