Mientras se deteriora la situación económica hasta extremos no conocidos desde hace décadas, las diferencias se hacen más sangrantes e intolerables. Tras años de vivir ventajosamente fuera del alcance de la ley, la Constitución lo ampara, la situación empieza a ponerse realmente complicada para Juan Carlos I y su eventual heredero. Por si fueran pocos los disgustos que le proporciona el balonmanista de Zumarraga, las andanzas del ex tesorero del Partido Popular Luis Bárcenas y sus pagadores “en diferido a modo de simulación”, como dice Cospedal, han generado tal cabreo que “transparencia” se ha convertido en la palabra de moda.

Una transparencia que amenaza con su lupa a la institución más opaca del Estado: su jefatura. ¿Cómo se puede amasar tanto parné en tan poco tiempo? La pregunta también valdría para Juanito, como dicen que le llama la Reina en la intimidad. La fortuna del monarca, según el New York Times, se estima en casi 1.800 millones de euros. Nada que ver con la que le están liando a Bárcenas por 38 millones de nada. Mientras Luis el Cabrón, como le llamaban sus amigos del PP, debe presentarse cada 15 días en sede judicial, el Rey, si su fortuna presentara indicios de no haber sido obtenida gracias a un trabajo honrado y bien hecho, no tendría por qué. Nadie le preguntaría de dónde sacó el dinero. Su persona es inviolable y la Casa Real dice que su patrimonio es un asunto privado. Marginado se vive mejor.

Julio Albitre Polo, director de EL KARMA.