Javier Carrasco siempre ha estado ahí. Con Templeton. Con Tulsa. Con Rusos Blancos. A pesar de eso este es su primer disco en solitario. Macerado entre 2014 y 2017. Un principiante veterano. Pero lanza su trabajo inaugural con voluntad de grandeza. Por eso lo titula así. Porque él lo vale. Une a esas melodías hipnóticas que cabalgan entre el italodisco y el electro pop unas letras a ratos profundas, a ratos costumbristas que coquetean con la insolencia.

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Ciencia ficción, psicodelia, cine, disco, Stevie Wonder, Prince, feminismo, coraje, R&B. El nuevo álbum de la de Atlanta lo tiene todo. Aparta su distopia robótica para iniciar otra con este disco conceptual en la que los seres humanos que no encajan en los cánones de la élite son denominados Ordenadores sucios y reseteados sin compasión. Un disco reivindicativo de una mujer que se declara pansexual. Una genia en estado de gracia.

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A veces no hay nada como unir a gente de diferentes procedencias de la escena del rock más duro para atemperar estilos. Gente de Cohen, Pelax y Adrenalized, entre otros grupos de Gipuzkoa, ha hecho una entente cordial y lanzan un disco de debut más cercano al indie pop que al hardcore, como cabría esperar. Sonidos agradables, guitarras precisas y sintetizadores oportunos, y letras que combinan el euskera y el inglés. Muy easy listening.

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