MORRISSEY

Aunque de unos años a esta parte llene más titulares por su vegetarianismo radical, su polémica autobiografía y sus coqueteos con la extrema derecha británica que por su faceta musical, el artista inglés multiplataforma vuelve al ruedo (pésima expresión tratándose de Morrissey) con un disco de versiones. Pero nada complaciente. Que nadie busque Bohemian Rhapsody ni Mediterráneo. De Phil Ochs a Carly Simon, pasando por Bob Dylan. Las raras.

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Esto es un crossover y no lo de La Patrulla X con Los Nuevos Titanes. El hipnotismo electrónico reúne fuerzas con la exquisitez del cuarteto que tan buenas migas hiciera con Astrud hace ya algunos años. La excusa es la celebración del centenario del theremin para contar en forma de canciones la peripecia biográfica de su creador. El espectáculo audiovisual da lugar a un disco imprescindible para quienes se pregunten cómo sonaría Stravinsky con sintetizadores.

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Cuarto disco de estudio de los neoyorquinos, a mayor gloria de Ezra Koenig, alma creativa del álbum, que trata de dotarlo de profundidad y trascendencia desde su punto de vista de chico bien con inquietudes que se preocupa por el mundo que le rodea. La banda no abandona el africanismo Paul Simon lover, aunque evoluciona hacia otros territorios. 18 pistas dan para mucho. Un canto al amor, al entendimiento entre civilizaciones y a los compradores de discos.

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