La perturbadora portada sólo es un aperitivo. Una sala de espera en la que hacer un alto antes de meterse en harina. No se busque ningún doble sentido de corte alcaloide. Un disco oscuro, tanto en el contenido como en ese continente conformado por el sonido envolvente y atmosférico de sintetizadores que buscan nuestro desasosiego con su ritmo cadencioso. Un gran trabajo que redime a Van Etten de haber salido en la serie The OA. Casi.

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La banda que vuelve locos a los logopedas. El terceto de iluminados que ha elevado la idiotez lingüística de sus letras a la categoría de Rock Legible y que reinventa el metalenguaje pastichero para abrazar el término Canción 2.0. Su último trabajo, porque no hay dos sin tres, sumerge al escuchante en un decálogo de temas del que no puede salir. Nos convierte en Sísifos musicales. O algo. Jálvarez, Josezno y Jabarca tienen la culpa.

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A lo mejor alguien debería decir a los angelinos que no es necesario grabar los discos del tirón. Que se puede hacer en varias sesiones, para que no se cansen. Sólo así se explicaría que la tralla inicial del disco se desinfle por momentos. Tal vez necesitan coger aire. O igual les ha abrumado la responsabilidad contraída con esa portada que recuerda cromáticamente al Use your Illusion I. Para dar botes o estudiar las oposiciones, según canción.

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