Dicen que el que mucho abarca poco aprieta. Tal vez por eso aquel behemoth de infinitos colaboradores que fue Humanz no terminó de funcionar bien. Pero rectificar es de sabios y Damon Albarn ha sabido redimirse con un disco que, si no es perfecto, funciona como banda sonora estival para desplazamientos a la playa, guateques improvisados y performances nocturnas en la pista de baile. Mucha paciencia con Fire Flies.

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Tal vez no hayan estado muy acertados Lauren, Iain y Martin a la hora de elegir los singles heraldo de este nuevo trabajo. Tal vez la superficialidad facebookiana del pretendido mensaje político de algunas de sus letras no haya sido una idea afortunada. Pero la elección de Greg Kurstin (The Bird and the Bee) es un hallazgo que hace que los trece temas (salvo alguno) brillen con luz propia en esta apoteosis del pop electrónico. Imposible escucharlo quieto.

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