Vidas Modélicas 103 (06-06-2025)
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María Antonia Josefa Juana de Habsburgo-Lorena (Viena 1755 – París 1793) fue una aristócrata, socialité, promotora de turismo de experiencias y reina consorte de Francia, que destacó por ser pionera en el campo del patrocinio de influencers de tendencias, si bien su principal espónsor, una marca de bollería industrial, acaba retirándole su apoyo y las tendencias que ella pretende marcar suelen ir siempre a destiempo. Decimoquinta y penúltima hija de Francisco I y María Teresa de Austria, emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico, se acostumbra desde niña a llevar una vida humilde con apenas cinco sirvientes para vestirla, dos criados para llevarla a caballito y un lacayo para abrile la tapa de las natillas. Habla alemán, italiano y francés, pero sólo controla ofimática a nivel de usuario. La viuda Capeto y el juego del teto En 1770 se casa por poderes con el delfín Luis Augusto de Francia, pero al llegar a Versalles se lleva una gran decepción cuando le dicen que allí no hay ningún acuario, que su marido es un señor y que, desde luego, no echa agua por la espalda. Tras la muerte del monarca en el cargo, en 1774, su esposo se convierte en el rey Luis XVI. Tarda siete años en empezar a tener descendencia porque Luis es más de jugar a la brisca que de otras cosas, lo que lleva a Maria Antonieta a fantasear con cómo hubiese sido su vida con el cetáceo. Frustrada por una vida conyugal anodina, hacia 1775 comienza a organizar partidas de rol en vivo, que por aquel entonces se llaman recreaciones de vida pastoral. En 1785 es acusada de pagar un collar de millón y medio de libras con dinero público, ante lo que se defiende diciendo que barato no había sido pero que ahora el perro lucía superelegante. Al inicarse la Revolución Francesa el 14 de julio de 1789, trata de convencer a su marido de que va a ser flor de un día y que todo va a quedar olvidado en cuanto el populacho se coja vacaciones en agosto. Tras el asalto a Versalles, debe mudarse al Palacio de las Tullerías en París, cosa que agradece porque queda cerca del centro y Versalles está bien para ir en el puente de Mayo pero al final cansa. En 1791 le entra antojo de gofres y se salta el confinamiento para hacer una excursión a los Países Bajos Austriacos, cosa que por alguna razón sienta mal a la Asamblea Nacional Legislativa cuando la descubren, porque ni un mensaje de voz en el móvil había dejado para avisar. En 1792, tras la insurrección que abole la monarquía, es trasladada a la Torre del Temple, que está vez sí que le queda más a desmano. Además no entiende el nombre porque por las noches refresca. Fallece un 14 de octubre del año siguiente cuando la energía potencial gravitatoria de la hoja de una guillotina en suspensión se convierte en energía cinética y esta se transfiere a un cuello humano que, casualidad, es el suyo. © elkarma.eus |
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