enero 29, 2010

Debajo de la Palmera: Desayunando con el P. Ángel

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En Madrid o das una conferencia o te la dan. Con una novedad. Ahora ya no son a las ocho de la tarde-noche, sino a las nueve de la mañana. Y la fórmula no es mala. Te invitan a un buen desayuno en un hotel estrella. El conferenciante habla por espacio de veinte minutos, tras la presentación que le hace una persona conocida y después vienen las preguntas para, a eso de las 10:15, cada mochuelo se va a su olivo, es decir, al currelo, o a la conspiración, porque en Madrid si no conspiras, no respiras.
El último desayuno de este tipo en los que estuve fue en el del P. Ángel que tiene una ONG, que se llama Mensajeros de la Paz, un cura raro al que le propusieron ser obispo y dijo que prefería seguir siendo un pobre cura que se ocupaba de los pobres, y como en el ajo estaba el presidente del Congreso José Bono que anda hecho un ¡ay! a cuenta del proyecto de ley llamado del aborto, Erkoreka y yo decidíamos acudir al citado ágape, sermón incluido.

Ya la sorpresa la tuvimos nada más llegar pues hablando en la antesala con Bono de sus peleas con los obispos a cuenta de que están a punto de excomulgarnos nos vino un señor de bastante edad, que se me hizo cara conocida. Era el último ministro de trabajo que había tenido Franco y que nos contó que se llevaba mal con el presidente del Gobierno, pues de lo contrario hubiera sacado entonces una ley respetando el derecho a la huelga. Hablaba de Franco como si hubiera sido un encantador abuelete, magnánimo y sensible. Bono le recordó al tal Licinio de la Fuente que era de un pueblo de Toledo que se llama Noé y que cuando llegó al ministerio metió a medio pueblo a trabajar en aquel edificio al que desde entonces le llamaban El Arca de Noé. «Sí, tiene razón -le decía el ex ministro- pero es que entonces había mucha miseria». Es decir, los que no tenían un amigo o vecino ministro, a pasar calambres en el estómago. Estuve a punto de decirle que eso era la clásica mezcla de paternalismo y arbitrariedad propio de una dictadura sin reglas del juego establecidas y respetadas, pero me mordí la lengua. No iba a chafarle el desayuno a tan fiel servidor de la dictadura. Y esa era la más fiel demostración de la transición española, que por no haber habido una ruptura con aquel pasado, sino una parcial reforma, los servidores de aquel régimen siguen siendo prohombres de la actual situación. De ahí que el socialista Enrique Barón se enorgulleciera del hecho de que en la transición no hubiera habido ningún exiliado. «Eso es lo malo -le contesté-. El primero debería haber sido Juan Carlos de Borbón y los demás o deberían haber pagado con cárcel sus delitos o haber estado por esos lares contando sus batallitas, no dándonos lecciones de democracia».

Y empezó el desayuno. Bono, presentó al buen cura. Lo hizo con mano izquierda. Es más español que un botijo, y ejerce de tal, pero es un maestro de la escena y en esta pelea con los obispos tridentinos seguidores de Rouco tiene más razón que un santo.
Y habló el P. Ángel. Llevaba un traje gris, camisa blanca y corbata roja en un cuello desabotonado. Empezó saludándole a Fraga, que allí estaba como una momia y le dijo que le besaba las manos. «Mal empezamos” -pensé-, pero al poco se recondujo la situación.

Tenía razón el presidente del Congreso, José Bono, al evidenciar que Cristo está por encima de la Conferencia Episcopal Española. Así lo escenificó el padre Ángel, quien negó que la familia esté en crisis “lo diga quien lo diga y aunque se diga en la Plaza de Colón”, en una clara referencia a la Misa de las Familias en la que cada año los obispos y los políticos ultra católicos pontifican contra el Gobierno socialista. Tal como aseguró el sacerdote en el Foro de la Nueva Economía, no existe ninguna crisis familiar y, por el contrario, la solidaridad es cada vez más una realidad. Para el padre Ángel, lo que tiene que hacer la Iglesia es bendecir y no condenar otros modelos familiares “que igualmente son referente social” y “tan viejos como el mundo”, por ejemplo, las uniones civiles, las familias monoparentales y las de padres separados.

“Sería absurdo en el siglo XXI y ante nuestra realidad social defender sólo un tipo de familia, el de toda la vida, el de un padre y una madre casados canónicamente”, opinó el padre Ángel, quien también consideró anacrónico que se amenace con “excomunión” y con “quemar” a los políticos que avalen la reforma de la Ley del aborto.
Preguntado sobre si había intercedido ante las autoridades eclesiales para que éstas sean indulgentes con Bono por su posición -como socialista, ha votado a favor de la nueva norma-, el clérigo se limitó a asegurar que no lo ha hecho, agregando que él ha “nacido para bendecir y no para maldecir ni excomulgar”. Como católico, el padre Ángel se ha posicionado contra el aborto, pero ha pedido que se defienda también a los nacidos y que se dialogue en torno a la Ley. En cuanto a sus relaciones con la jerarquía eclesiástica, ha asegurado: «Las mías son buenas, las de ellos conmigo espero que también».

Bueno, pues esto es también una mañana de Madrid. No todo es la operación de cirugía estética a la nariz de Belén Esteban, ni el caso Gurtel, ni las ocurrencias de Zapatero. Hay algo más, además de lo que unánime y sospechosamente, todos nos cuenten. Por ejemplo desayunos como éste con cosas interesantes dichas por un cura que no quiso ser obispo y por un socialista que confesaba que el citado cura no era de los suyos, sino que él, era de los del P. Ángel. Y, lo más curioso. Entre los desayunantes, dos ex ministros de Franco aplaudiendo. Y nosotros, con la boca abierta.

Iñaki Anasagasti © humorenlared.com

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