Oreja a la Plancha: Redes sociales
Qué entrañable la infantilización de todo a la que se ha llegado con las redes sociales. ¿Quieres ser mi amigo? No sé, tronco, pero ya puestos ¿quedamos y me la chupas? (alguno dirá que sí; tú sigue probando, y al tiempo). Lo malo es que hay gente que no concibe comunicarse con alguien si no es a través de tal o cual red: dan por supuesto que todo el mundo está enganchado a la pantalla actualizando sus últimas giliflautadas (me temo que en muchos casos tienen razón) y se comportan un poco como aquella abuela a la que le viene grande aprender a usar el DVD o a mandar un SMS. En cierto modo, en ellos el «estar a la última» en internet se reduce a visitar el bareto más lleno y hacer lo que vean hacer a los demás. Son culos sumisos, siempre a la espera del próximo ciber-dildo. Todo esto va en detrimento del e-mail normal y corriente. De cada diez propuestas de trabajo que recibe un grupo de música, (por poner un ejemplo), una o dos llegan directamente a través de la red social de turno (¿!?) y el resto son casi en su totalidad correos enviados por personas que no dicen ni su nombre, o no escriben las palabras completas, o no dicen «hola», o incluso dicen «¡Urghle!». No digo que haya que volver a la pluma de ave, el tintero y el sobre lacrado, pero ¿no es excesiva ya la burricie del personal? A lo mejor no fue tan mala idea la inclusión de mostrencos del averno como Clipo en los programas de escritura. Sería curioso probar a recrudecer su uso, que den incluso collejas o te cierren los puertos del eMule si cometes faltas de ortografía. Ah, no, que somos rockeros, que aquí vale todo. Ke eskrivir mal es lutxar kontra el zistema. Pues bueno. Pues al ataque. Juan Abarca © humorenlared.com |
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