julio 26, 2010

Debajo de la Palmera: Parcialidad con las víctimas

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Begoña Urroz murió el 27 de junio de 1960, cuando sólo contaba 22 meses de vida, al explotarle una bomba colocada en la estación de Amara, en Donostia. Se acaban de cumplir, pues, 50 años. Es la primera víctima de «terrorismo». Pero no la mató ETA. Nadie, hasta ahora, ha demostrado que fuese ETA y hay indicios que apuntan a otra autoría, el DRIL. ETA ha asesinado vilmente a centenares de personas. Y merece nuestro desprecio por ello. Pero si algo distingue la reivindicación leal de la memoria y la justicia, es que se basa en la verdad. Es lo que merece su memoria. Es lo que merecen su familia y la sociedad vasca. La verdad, sin manipulaciones. No son necesarias.
Sin embargo, y dando por buena esta cuestionable noticia, una amplia representación institucional y política secundó el homenaje tributado a las víctimas del terrorismo el domingo 27 de junio en el Congreso de los Diputados. Pero además de apelar a la unidad de las fuerzas políticas y al Estado de Derecho como instrumentos indispensables para desterrar a ETA, tal y como lo hicieron otros oradores, José Bono reclamó «ambigüedad cero ante cualquier indicio de permisividad hacia los entornos del terror». Según proclamó, «en la lucha antiterrorista no caben los tibios». Muy bien. ¿Y contra el GAL?
Bajo la mirada del rey, la vicepresidenta primera del Gobierno María Teresa Fernández de la Vega, varios ministros, el líder del PP Mariano Rajoy, altos cargos de la judicatura, representantes internos del PSOE, PP y de diferentes grupos parlamentarios, la mayoría de los diputados y Patxi López -único responsable autonómico presente y que estuvo acompañado por Rodolfo Ares y por su socio de Gobierno vasco Antonio Basagoiti-, José Bono protagonizó un beligerante discurso contra el terrorismo y reveló la «gratitud inmensa» a las víctimas -algunas de cuyas asociaciones estuvieron presentes en el Congreso- por su ejemplo.
Contra la violencia, evidenció, no puede haber «ni un regate de más, ni un paso de menos», porque los políticos «sin excepción ideológica alguna» no pueden permitirse «ni el más mínimo resquicio de duda». Bono, incluso, demandó a la sociedad civil amonestar a aquellos políticos que se atrevan a «pisar la línea roja», instando a los ciudadanos a castigar «severamente» a todo aquel que se «distraiga» en un camino que ha descrito debe ser de «ambigüedad cero». Contra el terrorismo «todos a una», resumió. Asimismo, el presidente de la Cámara Baja lamentó el escaso poder de convocatoria cosechado por el homenaje en lo que a presidentes autonómicos se refiere, ya que menos López, ninguno más acudió.
Bono seguramente se refería en sus diatribas a Jesús Egiguren, presidente de la franquicia del PSOE en Euzkadi, muy locuaz últimamente.
Yo estaba invitado, como todos los diputados y senadores, al acto celebrado ese domingo en recuerdo de las Víctimas que siempre resultan ser las de ETA. Pero no fui, porque habré asistido a decenas de actos similares, con más o menos significación, con mayor o menor relevancia, con reyes o sin ellos, pero jamás a ninguno que los haya recordado a todos: guerra, franquismo, ETA y GAL.
La semana pasada he preguntado por qué el gobierno español no hace lo mismo que lo que acaba de hacer David Cameron en Londres con el Domingo Sangriento de Derry, cuando él tenía 4 años. O como el presidente de El Salvador, Mauricio Funes, con el asesinato del Obispo Oscar Arnulfo Romero. Me dijeron que no procedía. Y sin embargo al parecer procede hacer actos como los del domingo con un rey, heredero de un dictador, que jamás pidió perdón por haber estado callado al lado de aquel asesino en las concentraciones de la dictadura en la Plaza de Oriente. Y el domingo, como si tuviera alguna autoridad moral, soltó un discurso harto parcial. Franco, creador de ETA, nunca existió.
Con Garzón procesado a cuenta de las fosas comunes, con la imposibilidad de que los familiares de los fusilados puedan enterrar a sus muertos, con unos archivos en Salamanca llenos de documentos que se utilizaban para fusilar, tras haberles acusado, a los que no se sublevaron aquel 18 de julio y no se pueden consultar. No creo que se deban organizar actos parciales de este tipo. O todos o ninguno. ¡Ya está bien!
Pero seguirán haciéndolos. No en vano estamos ante la modélica transición política española. .

Iñaki Anasagasti © humorenlared.com

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