septiembre 12, 2010

Flims: El circo de los extraños

Imaginemos que la alegre comparsa del Cirque du Soleil recorriese el mundo permaneciendo una sola noche en cada ciudad, pero representara un espectáculo que incluyera vampiros buenrollistas que no comen otra cosa que croquetas precocinadas, vampiresas malvadas más aficionadas a los redondos de persona con su guarnición, mujeres barbudas colegas del Spa de Penélope Cruz y enamoradas de empresarios millonarios  franceses, gigantes de maneras suaves y afectadas, adolescentes lagarto obsesionados por las camisetas de pájaros, hombres lobo con barba de tres días o enanos con la frente del tamaño de un frontón. No se trata de un cruce entre el gran circo Atlas y la serie Crepúsculo, sino del nuevo flim de Paul Weitz (el director que logró que un chaval de 12 años se comiera vivo en pantalla a Hugh Grant en Un niño grande; Grant tiene otros gustos en lo que se refiere a que le coman cosas, especialmente cuando viaja en coche), El Circo de los Extraños.

Al cuello

John C. Reilly es el vampiro conciliador y cuasivegetariano, maestro de ceremonias del Cirque du Freak, que llegará a un acuerdo con un adolescente atolondrado a cambio de salvar la vida de un compañero de clase salvajemente acosado por una araña gigante. Más corto que perezoso, el muchacho accede a convertirse en vampiro y la cosa se complica. A partir de este momento el circo se divide en más facciones que una reunión informal de Ezker Batua y se abre un debate sobre qué hacer con el público que asiste al espectáculo: venderle entradas numeradas, que un acomodador lo conduzca hasta su asiento o merendárselo directamente. Siempre después de que haya pagado su ticket.

Horacio Sandoval © humorenlared.com

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