¿Dormir? ¿Tal vez soñar? Ni lo uno ni lo otro. Insomnio transitorio agudo. Tanta novedad musical le excita a cualquiera.
No puedo pegar ojo. Nada. Que no me duermo. Doy vueltas en la cama como un pollo asado pero sin la salsa barbacoa. Los vecinos no me ayudan. Pertenecen a la liga profesional de bolos y practican por las noches con los muebles de casa. Tengo los ojos abiertos como huevos. Abiertos como los Ojos de Brujo, que hacen recapitulación de sus diez años de historia con Corriente Vital. Trato de seguir pensando en cosas agradables. Se me vienen Los Delinqüentes a la cabeza, y su flamante Los Hombres de las Praderas y sus Bordones Calientes, pero el garrapaterismo se me mete en el cuerpo, me animo, doy palmas y me desvelo más.
Lo mismo me sucede cuando me acuerdo de Suelto la pala y cojo el boli, el nuevo disco de El Payo Malo después de siete años de espera.
Me incorporo. Sigo oyendo el alboroto de sillas reventadas y vajillas espanzurradas de los vecinos. Strike, dicen. Fuck You, pienso yo. Vaya, lo mismo que en el single de Cee Lo, el ex-Gnarls Barkley. Cosas de la vida y el insomnio. Acudo a la cocina. La nevera siempre ha sido mi aliada en situaciones adversas. Está prácticamente vacía. No me da ni para un ejercicio de Fast Cuisine, que dirían los de La Pulquería, con disco nuevo todavía calentito. Afino la mirada, enfoco y encuentro un sanjacobo congelado y un cartón de leche caducado.Los grumos nunca me han preocupado. No es como si me encontrara perlas ensangrentadas. Procuro apartar esos pensamientos de mi mente pero se me viene a la cabeza el Viaje satélite alrededor de Carlos Berlanga, el recopilatorio de versiones de temas del antiguo Pegamoide y no puedo. Y claro, una cosa lleva la otra y acabo tarareando a Alaska aprovechando el lanzamiento de Alaska, 30 años de reinado.
Más vueltas
Se me van acabando los recursos para conciliar el sueño. Enciendo la televisión. A las tantas de la mañana eso es una imprudencia, lo sé. Una de vaqueros. Country & Western. Como lo último de Siniestro Total. Anoto mentalmente memorizar las nuevas canciones antes de ir al Getafe en Vivo, del 30 de septiembre al 2 de octubre. Aunque para memoria la de Tote King y sus ripios en El lado oscuro de Gandhi. Con lo que a mí me costó aprenderme la canción de Sin Chan. Hago zapping. Más teletienda. Más concursos. Por 900 euros, plantígrado de tres letras. Hay dos letras “o”. No se me ocurre nada. Cambio de canal. Un videoclip de Mortal Love de Ecoband. Menos mal.
Sigo sin sueño. Me pongo a correr por el pasillo para cansarme. Es una tortura. No sólo no me canso sino que me entra más hambre. Tengo antojo de un buen ibérico. Jamon Beibe, qué gran título para el nuevo trabajo de Mamá Ladilla. Recuerdo el sanjacobo. Pero está como una piedra. Más duro aún que The Catalyst, lo último de Linkin Park. Desisto. Contar ovejas me da grima. No como a Iván Ferreiro, que se hace a todo y monta un Picnic Extraterrestre sin inmutarse. Me acuesto y sigo con los ojos como platos. Si al menos pudiera relajarme con Songs from the Road, el directo de temas emblemáticos de Leonard Cohen. Nada. Los ojos como ensaladeras y ya está amaneciendo. Última vez que me echo una siesta de 6 horas. La penúltima.
Javi Trilobite © humorenlared.com |