noviembre 30, 2010

Gora Euskadi: Tampoco es para tanto

Menos mal que lo que embarrancó fue un pesquero y no un superpetrolero. Así que en vez de echarnos las manos a la cabeza deberíamos pensar que la cosa podía haber sido peor. Ya vale de tanto pesimismo existencial.
Los alcaldes de Deba y Zumaia, los principales municipios afectados por el incidente del Motxo, piden a la Diputación que se desguace el pesquero fuera de la rasa mareal. Para no depender de la bajamar y terminar el trabajo lo antes posible. La cuestión es que el barco pesa unas 120 toneladas. Mucho para moverlo a pulso. ¿Y dónde se coloca la grúa que va a levantar a la criatura en ese terreno tan poco firme, que se mueve más que Chiquito de la Calzada en un concurso de break dance?
Pero que prime la llamada a la calma. No dramaticemos. Para empezar, el desmantelamiento del pecio va a traer empleo a la zona. Además, el llamado flysch es un biotopo de gran riqueza geológica, con estratos a la vista y fauna autóctona. ¿Qué pasa si se han vertido 130.000 litros de gasóleo? Eso es una inversión de futuro. ¿Qué más da si ese combustible fósil sale de un barco o de un diplodocus en descomposición desde hace 120 millones de años? Si la mancha se filtra, los vascos de dentro de 30.000 años contarán con su propio yacimiento. Es el ciclo de la vida. Además, mientras duren las tareas de limpieza nadie ajeno a la obra se podrá acercar. Cuántos ahogamientos de turistas imprudentes que pasan de los carteles que alertan de la pleamar se van a evitar. Todo ventajas.
Los ecologistas dicen que la fauna local va a salir mal parada. Y tienen razón. Esos especímenes, que llevan milenios aferrados a la misma roca, a la misma veta, al mismo estrato, aburridos y muertos de asco, iban a tener un nuevo espacio que colonizar, un barco varado, como en las peceras o Verano Azul, y ahora se lo quieren llevar. Como le pasó a Chanquete. El progreso, al final, siempre beneficia a los mismos.

Héctor Sánchez © humorenlared.com

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