diciembre 4, 2010

Butaca de Gallinero: Precuelas

columna_raguirre_cabecera_gr
Podría explayarme hasta el infinito a la hora de escribir sobre la (ya no tan) reciente moda de las precuelas, esas películas (lo explicaré por si alguien no tiene preescolar terminado) que surgen a partir de otras de éxito y que cuentan acontecimientos previos a estas. Para empezar a hablar comienzan a cagarla cuando tratan de explicar lo que en el film original se sugería, como el origen del personaje principal. El espectador de El Silencio de los Corderos podía imaginar que algo muy gordo le había tenido que pasar a Hannibal Lecter para aficionarse a la carne humana. Un rostbeef poco hecho, tal vez un yogurt caducado… Bueno, pues en Hannibal, el origen del mal nos lo cuentan. Así que era eso. Pues vaya mierda.

Luego está el hecho de que las precuelas tienen que invertir el orden lógico de desarrollo de los personajes. Es decir, en una película el protagonista evoluciona para hacerse más interesante, pero en la precuela debe hacerlo desde el estado larvario hasta el punto en el que aún no era interesante en la original. Y eso cuando el personaje no se pone a hacer cosas que no le hemos visto hacer, ni volveremos a ver en el futuro, como cuando Yoda se pone a hacer de extra de El Circo del Sol con espada láser en el Episodio III. Y podría seguir. En fin, que sólo hay dos precuelas buenas en la historia: Indiana Jones y el Templo Maldito y la parte de De Niro de El Padrino II.

Roberto Aguirre © humorenlared.com

Pincha aquí para ir a otras columnas de Roberto Aguirre

Pincha aquí para ir a las columnas de los colaboradores más buscados