El Ampli: Silencio absoluto
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![]() A mi televisor le pasa algo. No responde. Está con la empanada y no quiere encenderse. Se ha puesto rebelde. No sé si desde que pongo a todas horas el Worldmakers de The Rebels o simplemente porque le ha dado el cuarto de hora. Igual lo que le pasa sólo es sueño. Nota mental: tampoco tirarse todo el día escuchando el disco de Edredón que la telefunken nos coge sueño. Trato de que no cunda el pánico. Saco una zapatilla y le doy unos suaves golpecitos. Nada. Le doy más fuerte. Sobre la pantalla se posa un díptero. Lo que Nena Daconte llamaría Una mosca en el cristal. La mosca se rinde pero la tele sigue apagada. Intento calmarme escuchando algunos temas de Danger Days: The True Lives Of The Fabulous joys de My Chemical Romance, que todavía tenía con el celofán puesto. Tras comprobar que el aparato está enchufado (no sería la primera vez…) puedo constatar y constato que el televisor se ha ido. Me ha dejado después de tantos años. Sollozo. Cojo el CD de Nacho’s Dick y le grito Despierta. Pero está muerta. Los de Doctor Muerte tienen experiencia en eso. Ya saben ellos que esto de la descomposición de los electrodomésticos es una cosa Cíclica. El caso es que estoy desconsolado. He perdido mi ventana al mundo exterior. Vivo ahora en El reino de los ciegos. Ni siquiera en el dolor soy original. Acabo de copiarle el título a lo último de Hombres Solos. El caso es que podría leer los periódicos, pero no es plan de empezar ahora con malos hábitos. Tampoco me tienta la poesía. Antes que leer poemas de un colega de Lorca me escucho el Val del Omar de los Lagartija Nick y tan ricamente. Mi tele se ha ido para no volver. Aunque nunca se sabe. Mirad a Jamiroquai y su Rock Dust Light Star. O a los No me pises que llevo chanclas y Superhéroe Agropó. O los mismos Take That que acaban de sacar Progress. A quién quiero engañar. Estoy derrumbado. No quiero comprar un televisor nuevo pero tampoco quiero estar sin ver la televisión. Soy como el perro del hortelano. O mejor, como El puchero del hortelano, que deben de tener un amigo poco puntual y por eso llaman a su último elepé El tiempo de Manuel. Nada. No hay vuelta atrás. Me seco las lágrimas. No temáis por mí, que diría Hendrik Röver. Me compro tele nueva. Abro un catálogo, veo los precios de las televisiones de plasma y comienzo a llorar de nuevo. Javi Trilobite © humorenlared.com |
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