enero 17, 2011

El Testarazo: ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?

1.- ¿Eras más feliz antes?
a.- No. Hace dos minutos estaba triste porque habían bajado mis acciones en cárnicas, pero han vuelto a subir y ya estoy contento de nuevo.
b.- ¿Antes de nacer? Probablemente, pero no lo recuerdo.
c.- ¿Antes de hacer el test? Tampoco ha sido tan terrible…

2.- ¿Desearías poder viajar al pasado?
a.- Sí, para decirle a la cara a mi yo del pasado que me va a seguir yendo de puta madre. Con perdón.
b.- Mi vida ha sido siempre una serie de desgracias encadenadas. No sabría muy bien dónde bajarme.
c.- Sólo si es para forrarme haciendo quinielas y jugando a la primitiva. (Más…)

enero 16, 2011

Cómo se hace: ¿Cómo funciona una tragaperras?

Las máquinas tragaperras se dividen en mecánicas y electrónicas. Las primeras cuentan con un sistema de poleas hidráulicas movidas por un molino de agua instalado en las inmediaciones del bar o del casino en cuestión. Al accionar el botón o la palanca, unos engranajes activados por empleados subcontratados generan el movimiento de los rodillos. Las  electrónicas son controladas por un ordenador que dibuja la combinación en unas servilletas de papel, las fotografía, las escanea y las muestra en pantalla en orden aleatorio.
Las máquinas más modernas cuentan con un sistema que monitoriza al usuario y le aplica descargas eléctricas en caso de que sospeche que este hace trampas usando imanes o martillos pilones.

(*) La utilización de imágenes de frutas en los rodillos se debe a que las primeras máquinas modernas fueron esponsorizadas por  la United Fruit Company en los casinos cubanos de la época de Batista.

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enero 15, 2011

Papeles y electrones: El Cementerio de Praga

EL CEMENTERIO DE PRAGA
Umberto Eco
Lumen


Homenaje del autor de El Nombre de la Rosa a la novela épica y los folletines decimonónicos que se vendían por entregas antes de que las colecciones de porcelana en miniatura y las colecciones de cromos de fútbol invadieran los kioskos. El capitán Simonini, experto falsificador y espía por horas, rememora su vida al servicio del chismorreo político, cuando las conspiraciones hacían hervir palacios y embajadas, noche sín noche también. El siglo XIX se desvela ante el lector como una fuente inagotable de intrigas encubiertas en la que los cables eran de cuerda de piano y tendían a estrangular cuellos indiscretos. Entonces no existía Wikileaks.

© humorenlared.com

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