abril 9, 2011

Puños Fuera: Crudo

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La quimera del oro, la búsqueda del preciado metal que recorre las venas del capitalismo, tuvo su continuidad en la perforación de la corteza terrestre en pos del petróleo, el oro negro que alimentaba la caldera del desarrollismo. En la década de los cincuenta del pasado siglo, engatusados por las certezas de unos incuestionables estudios geológicos, numerosos pueblos alaveses contemplaron sondeos petrolíferos que agujereaban el solar vasco tratando de que manara de sus entrañas el crudo necesario para alimentar la hoguera de las vanidades industriales.

Aquella aventura local, de la que se extrajo poco más que para un quinqué, demostró la ingenuidad científica y certificó un futuro de dependencia con un modelo económico que es en esencia una cortina de humo, una pira montada sobre una naturaleza ya cadáver. Así, ha bastado con que tosa África para que el surtidor nos rasque los bolsillos y ponga en negro sobre blanco la inseparable unión entre tren de vida y charco de fósiles. Podemos seguir viviendo de la quimera, enfangados en la ilusión de un hallazgo que nos saque del pozo, o poner en práctica aquello de que “que pare el mundo, que yo me bajo”.

Jtxo Estebaranz © humorenlared.com

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