Debajo de la Palmera: Aquellos etarras de Cabo Verde
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A la reunión de la 73 Asamblea de la Unión Interparlamentaria celebrada el año 1985 en Lomé fue una delegación de diputados y senadores de las Cortes Generales. Entre ellos había dos socialistas, Rafael Estrella, que con el tiempo llegó a ser Embajador en Buenos Aires y Javier Sáenz de Cosculluela. Este era el portavoz del Grupo Parlamentario socialista desde 1981 y ese mismo año fue designado por Felipe González ministro de Obras Públicas y Urbanismo. El caso es que llegaron al hotel en Lomé, capital de Togo en el golfo de Guinea. Tras acomodarse en el confortable hotel a Rafael Estrella se le ocurrió dejarle a Sáenz de Cosculluela una nota en la que decía que eran un grupo de miembros de ETA que procedían de Cabo Verde y que deseaban hablar con la delegación española. Todo era una patraña, pero cuando el portavoz socialista cogió en recepción el papel, su semblante se demudó. El caso es que tenían que salir a las siete y media para una recepción que daba el alcalde de Lomé y Cosculluela no bajaba de la habitación. Salió el autobús y una hora después bajó el “Coscu”. Se había puesto en contacto con el ministro del interior y con el vicepresidente Alfonso Guerra preguntándoles qué es lo que tenía que hacer y bajaba el hombre sin saber cuál iba a ser su siguiente paso. Sin embargo, y como en esos programas de Inocente, Inocente, a medida que les iba contando a sus compañeros sus angustias éstos no pudieron más y se echaron a reír, ante la incrédula mirada del Coscu que cuando se enteró que todo había sido una broma, se quedó tan aliviado que ni les reclamó por el susto que le habían dado. En otra de estas reuniones de la UlP, ésta vez celebrada en Nairobi, el socialista Juan Moscoso le gastó una broma a Iñaki Anasagasti. A una botella de cerveza de la marca Tusker le cambió con un bolígrafo negro la T por la E y tras la R le puso una A de tal forma que el nombre de la cerveza se reconvirtió en Euskera. Para redondear la faena le puso al elefante de la etiqueta una txapela de tal forma que vista desde lejos parecía una cerveza distribuida por algún vasco en Nairobi. Anasagasti cuando vio de cerca la botella le dijo a Moscoso: «La venganza es un plato que se toma frío». Y Moscoso se olvidó de la broma. Pasó un año y la siguiente reunión de la UIP se celebró en Bali a petición de las autoridades indonesias habida cuenta que dos bombas habían explotado en una discoteca de la ciudad de Kuta Beach causando decenas de muertos y un centenar de heridos. La noticia había dado la vuelta al mundo y aquello había repercutido negativamente en el turismo de la isla y por esta razón aquella Asamblea de la Unión Interparlamentaria se celebró allí, tratando de proyectar una imagen distinta. Anasagasti que no había olvidado la botella de cerveza pidió a la organización un papel con el logotipo de la conferencia y redactó en inglés un folio que le hizo llegar a Moscoso. En él se le decía, que como portavoz de la delegación española, la empresa IBM obsequiaba a todos los representantes de las delegaciones el último modelo de su ordenador portátil y que pasara por las oficinas de la dirección de la Asamblea a recogerlo. De todo esto, la delegación, salvo Moscoso, sabían de la broma. El caso es que Juan Moscoso se recorrió todos los stands, todas las delegaciones y todas las oficinas buscando su ordenador hasta que en un momento dado y en plena búsqueda las carcajadas de sus compañeros fueron tan sonoras que se quedó mirando fijamente al infinito y repitió aquellas palabras de Nairobi: “la venganza es un plato que se sirve frío”. Iñaki Anasagasti © humorenlared.com |
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